El sueldo inicial pasará de $ 6060 a $ 7800, en marzo, y a $ 8500, en julio; para la Casa Rosada, el aumento es del 32%; para los gremios, del 40%; con el acuerdo, las clases comenzarían en varios distritos
pasaron semanas de idas y venidas, marchas y contramarchas, ofertas presentadas y luego retiradas, conflictos con gobernadores. Pero finalmente, y al filo del inicio de las clases, el Gobierno y los gremios docentes acordaron anoche una significativa suba salarial que actuará de referencia para los acuerdos de paritarias en todas las provincias del país.
El acuerdo alcanzado por el ministro de Educación, Esteban Bullrich, con los cinco gremios con representación nacional (Ctera, UDA, Sadop, AMET y CEA), responde a la propuesta original presentada la semana pasada y eleva el salario mínimo de los $ 6060 actuales a $ 8500 a partir de julio próximo.
El incremento se dará en dos partes: llegará a $ 7800 a partir de marzo y al número convenido en julio. A diferencia de la primera propuesta, el Gobierno elevará el Fondo de Incentivo Docente a $ 910 a partir de febrero y a $ 1200 en julio, y se hará cargo de esa cifra, considerada fundamental para destrabar el conflicto. Para el Gobierno, el porcentaje es del 32% (tomando en cuenta sólo la remuneración) y para los gremios llega al 40%, incorporando en la suma el Fondo de Incentivo Docente.
"Lo importante es que destinamos $ 10.000 millones extras para que las clases empiecen el lunes en tiempo y forma", dijo a LA NACIÓN el ministro de Educación , Esteban Bullrich, cuyo rostro combinaba cansancio y alegría. Pese al esfuerzo, en algunas provincias las escuelas permanecerán cerradas por conflictos locales, como Santa Fe, Córdoba y Mendoza, entre otras (ver aparte).
Junto a Bullrich estaba el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, quien afirmó: "Atacamos claramente la inequidad en lo que ganaban los docentes, ahora esperamos la aprobación de los gremios". Y, en referencia a las duras negociaciones, se sinceró: "Tuvimos que acordar muchas variables, pero estamos satisfechos. Habría 180 días de clases y empiezan el lunes".
Los sindicatos se llevaron la propuesta para discutirla con sus bases -la Ctera se reunirá hoy por la tarde para evaluarla con sus bases-, aunque en el Gobierno daban por descontada su aprobación.
El trabajoso acuerdo de doce puntos, discutidos durante casi tres horas y rubricado cerca de las 21, disparó otra negociación clave: la de la provincia de Buenos Aires, cuya gobernadora, María Eugenia Vidal, concentra la mayor parte de los docentes del país y donde se juega buena parte de la suerte del Gobierno.
Amenazas y negociaciones
Antes de la reunión, en la puerta del Ministerio de Trabajo, los sindicalistas se repartían entre la aceptación de la cifra ofrecida por Bullrich y un tono de ultimátum. "Estamos convencidos. Si hoy no nos dan lo que pedimos, anunciamos el paro de 48 horas", decía a LA NACIÓN Sergio Romero (UDA), mientras su par de la Ctera, Eduardo López, se mostraba molesto "por la décima postergación que nos hacen de la reunión" y afirmaba que la propuesta del ministro era "atractiva", pero proponía extenderla "a todas las provincias, para que nadie cobre menos de un 35% de aumento". Roberto Baradel (Suteba) era más dramático. "Si de acá no sale una propuesta, saldrá una protesta", y recordaba que hoy el plenario nacional de la Ctera analizaría el eventual acuerdo, dos días antes del inicio de las clases.
Durante la tarde, Bullrich inició otra ronda de conversaciones con los gobernadores, que fueron los que se opusieron a viva voz cuando trascendió que el aumento otorgado a los docentes de más bajos salarios (un 5% del total) llegaba al 40 por ciento. Las resistencias aparecieron en distritos grandes como Córdoba y Santa Fe, cuyos dirigentes sindicales rechazaron la oferta del gobierno provincial y anunciaron medidas de fuerza (ver aparte).
Al final del día llegó el alivio para el Gobierno, que puso en el inicio normal de las clases mucha de su energía y el tiempo de varios de sus ministros: además de Bullrich, trabajaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los ministros de Trabajo, Jorge Triaca, y del Interior, Rogelio Frigerio, encargado de la negociación con los gobernadores. "Tengo cinco hijos y recién ahora valoro el trabajo de parto", graficó Bullrich durante la conferencia de prensa posterior al acuerdo.
Allí también se refirió a la polémica que lo tuvo como protagonista la semana pasada, cuando retiró la oferta, enojado porque los gremios "instalaron" que el aumento era del 40%, lejos del tope de 30 puntos fijado por la Casa Rosada. "Se quiso manipular el esfuerzo que estaba haciendo el Gobierno y se llevó a una confusión. Y también quedó clara la necesidad de los gobernadores, que no podían afrontar estos aumentos", dijo Bullrich.
"Hacemos un esfuerzo extraordinario, que no sé si se ha hecho antes, por la preocupación del presidente Macri de que empiecen las clases el lunes", reiteró el ministro. Dejó atrás las críticas que le hicieron los sindicalistas horas antes por "dilatar la negociación" luego de los entredichos de la semana pasada.